6 oct 2022
El otro día, intentando explicar a un grupo de clientes potenciales por qué cuando se realiza publicidad online el tráfico se envía a una landing page y NO a una página convencional, sentía que mis palabras caían en oídos sordos.
A pesar de todo mi entusiasmo y de las enormes ventajas que les ofrecía, terminaron optando por otra solución mucho menos conveniente en costos y beneficios, pero más familiar.
Más allá de la frustración que esto me genera (que deberé tratar en otro ámbito 🤔), me quedé pensando qué había generando tal resistencia a este “novedoso” (terriblemente básico) concepto.
Las páginas web convencionales tienen menúes, vínculos a redes sociales, videos y otros distractores que en publicidad online se llaman puntos de fuga.
Las landing pages (páginas de aterrizaje) no los tienen. Cuentan solo con un formulario e imágenes y textos que despiertan el interés, y sobre todo, la curiosidad de nuestros potenciales clientes.
Los puntos de fuga son, como su nombre lo indica, por donde se fuga el tráfico, por donde se va la gente que llega a una página web.
Veamos el siguiente ejemplo…
Necesitamos leads para nuestra empresa, y para ello, vamos a realizar una inversión en publicidad.
Vale recordar que cuando uno realiza una inversión se busca ser lo más eficiente posible (a nadie le gusta desperdiciar el dinero). Por lo tanto, cuanto menor sea el costo de generar un lead, mejor (sin resignar calidad, por supuesto).
Vamos a evaluar dos opciones…
Opción A: Enviamos el tráfico a un sitio web convencional.
Juan (cliente potencial) hace clic en un aviso. Al llegar al sitio web se encuentra con opciones muy atractivas, hace clic en el menú para ver qué hay, mira un video, ve el ícono de Instagram y piensa… “¿María habrá subido nuevas fotos en su perfil?” (María es su exnovia). Hace clic en el ícono de Instagram, busca el perfil de su ex y SÍ 💪; a Juan le cambia el semblante, había nuevas fotos.
Empieza a sentir la necesidad de reconectar y se pregunta a sí mismo por qué se separaron. “Éramos una de esas parejas donde todo el mundo dice: son el uno para el otro”, pensó.
Habían pasado por una situación difícil, pero al final de cuentas, pudieron recomponer la relación.
Transcurren los próximos minutos y Juan recuerda todos los hermosos momentos que vivieron juntos. Aquellas vacaciones en la playa donde María se veía super hermosa y hasta fantasearon con la idea de formar una familia.
En ese momento suena el teléfono; era el jefe de Juan que le reclamaba el informe que tenía que haber entregado hace dos horas atrás.
Juan cierra toda distracción (entre ellas nuestra página web) y, finalmente, se pone a trabajar en el informe.
Opción B: enviamos el tráfico a una landing page.
Juan hace clic en el aviso y llega a un sitio donde ve solo un formulario y texto que despierta poderosamente su interés.
Juan necesita saciar su curiosidad y tiene dos opciones, completar el formulario o cerrar la página (no hay puntos de fuga). Juan opta por la primera opción y ahora Juan es un lead para nuestra empresa.
Conclusión:
En la opción “A” pagamos para que Juan termine viendo fotos de su exnovia.
En la opción “B” generamos un lead.
Por supuesto que no todos quienes lleguen a un sitio web van a terminar viendo fotos en Instagram ni todos los que lleguen a una landing page se van a convertir en leads. Pero el costo por lead usando una landing page va a ser mucho más bajo que enviando el tráfico a un sitio web convencional.
Volviendo con mis potenciales clientes…
Con esta historia no los estoy criticando. Es una crítica a mí mismo. De alguna manera no tuve la capacidad de entender a mi audiencia, de sobrepasar barreras o de darme cuenta rápidamente de que el concepto “landing page” les era ajeno. Tal vez debería haber cedido, olvidarme de ofrecerles una solución más eficiente y simplemente decir “Enviemos el tráfico a un sitio web convencional”.
Cuando sucede esto, cuando podemos ver fácilmente la paja en el ojo ajeno, me pregunto: “¿Qué cosas no podré ver y que son tan evidentes para otros?”.
Como decía un profesor, “Es mucho más difícil desaprender que aprender”. Nos es más fácil aferrarnos a viejos, pero familiares conceptos, que a nuevos conocimientos que desafíen nuestro “saber”.
Espero seguir aprendiendo, pero sobre todo, espero tener la capacidad de eliminar rápidamente bloqueos que impidan la incorporación de nuevos y mejores conocimientos.
Carlos Traseira