27 ago 2024
“Hace tiempo, en una reunión con amigos, alguien lanzó la idea de que una gran idea de negocio era como un boleto de lotería: solo necesitabas la idea correcta y la fortuna estaría asegurada.
Yo respondí, parafraseando a Steve Jobs, quien decía:
“Las ideas abundan. La ejecución lo es todo”.
Ante esta afirmación, se desató un acalorado debate.
Uno de mis amigos argumentó que una idea brillante era como un tesoro que solo esperaba ser descubierto. Yo le propuse un trato: “Te vendo una idea que te hará millonario. ¿Cuánto me pagas?”
Por supuesto, la pregunta era: ¿cómo podía garantizar que su idea funcionaría? “Firmamos un contrato”, sugerí. “Si implementas la idea y no ganas un millón, te devuelvo el dinero”.
Pero, ¿qué precio ponerle a una idea que aún no se había probado? Mil dólares, diez mil... ninguno parecía suficiente para una idea que prometía tanto. Al final, mi amigo no estaba dispuesto a pagar ni un centavo.
Thomas Edison dijo una vez:
“No he fallado. Simplemente, he encontrado 10,000 formas que no funcionan.”
Esto ilustra perfectamente el punto: una idea no tiene valor intrínseco hasta que se pone en práctica.
Es como una semilla. Puede ser la mejor semilla del mundo, pero si no se planta, se cuida y se riega, nunca dará fruto. La ejecución es el cultivo, el cuidado y la inversión que transforma una idea en realidad.
En el mundo empresarial, las ideas abundan. Lo que escasea es la capacidad de ejecutarlas con éxito.
Mark Zuckerberg lo expresó de manera clara:
"Muévanse rápido y rompan obstáculos."
La innovación requiere de acción, no solo de pensamiento.
¿Por qué las ideas valen tan poco?
Abundancia: Las ideas son infinitas. Todos tenemos ideas, pero pocas se convierten en realidad. La curiosidad genera ideas, pero la acción las transforma en algo tangible.
Evaporación: Las ideas son intangibles y volátiles. Si no se capturan y se ponen en práctica, se desvanecen como el vapor.
Relatividad: El valor de una idea es relativo al contexto y a la persona que la evalúa. Lo que parece una gran idea para ti, puede ser algo común para otra persona.
El verdadero valor de una idea está determinado por su impacto en el mundo real. ¿Resuelve un problema? ¿Mejora la vida de las personas? ¿Genera valor económico? Estas son las preguntas que debemos hacernos al evaluar una idea. Y la respuesta la obtendremos solo después de implementarla.
En conclusión, las ideas son solo el punto de partida, y no el destino. El verdadero valor está en la capacidad de transformar esas ideas en productos o servicios que resuelvan problemas y satisfagan las necesidades y deseos de los clientes.
Así que la próxima vez que alguien te diga que tiene una idea millonaria, pregúntale: ¿qué vas a hacer con ella? Porque una idea sin acción es solo un sueño.”
Carlos Traseira
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